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ARICAR EL CAMPO Custodio y explotación del territorio

Llevamos una semana de intensas movilizaciones en el sector agroganadero, marcadas por la fecha #6Febrero en a que se produjo un desborde masivo en muchos territorios de las OPAs. 

 Agricultores y ganaderos, organizados informalmente por grupos de WhatsApp cortaban autovías como la A62 en Tordesillas o la A2 en Torija, bloqueaban Villadangos y llenaron de tractores Toledo, Burgos o Valladolid.  Esto es en sí mismo notable por el desborde de las organizaciones que habían canalizado el descontento agrario durante décadas. Y eso no puede entenderse sin comprender que este estallido se enmarca dentro de una oleada de movilización europea.

Ahora bien: las movilizaciones son muy contradictorias. Las reivindicaciones son una mezcla de peticiones razonables(control de precios, control de importaciones, reduccion burocracia…)y desquiciada propaganda ideológica (chemtrails, agenda 2030…). A las mismas han acudido pequeños agricultores y señores terratenientes, tractores de 50cv y maquinaria de 300k€, asalariados pagados para ir a protestar y señoritos pijos bien vestidos diciendo que tienen que pedir prestado.

Normal. Está mezcla es inevitable por dos motivos: la composición real del sector y los intereses que hay en el mismo. Respecto de la composición del sector, ya ha hablábamos aquí de la diversidad interna de «el campo».

Y respecto de los intereses en juego, aquí es donde queda claro que los problemas del sector son una cohartada para sacar otras estrategias sobre algo que politicamente es más fundamental: el control del territorio.

Abrigaño hemos dicho ya más veces que el territorio no es solo un paisaje, sino una unidad viva e histórica de lo humano y su entorno. 

La disputa del territorio es, por tanto, un conflicto histórico que combina el control del espacio físico (el suelo, el agua, el aire) y su dimensión social (el paisaje, la ordenación, la cultura).

Que haya distintos actores en el conflicto del campo disputándose la dirección del sector demuestra intuitivamente que hay un conflicto por quién se queda y quien no se queda controlando los procesos agroganaderos: fondos de inversión globales, grandes terratenientes nacionales o pequeños propietarios. La dimensión social de este conflicto está en la disputa del papel y la legitimidad del las distintas partes del sector primario para defenderse o para ser perseguidos, para desaparecer entre lágrimas o entre aplausos. Entre estos dos extremos, están todos los grises y en algún lugar la realidad, que es un crisol de situaciones particulares.

Abrigaño no tenemos ni todas las claves ni debemos tenerlas. Nuestro papel es servir de nexo para que sean los distintos actores del territorio quienes tomen la riendas de sus conflictos. En este sentido, nuestro papel es facilitar el encuentro y la discusión sin perder de vista que el conflicto de fondo no es la PAC o la última ley ambiental, sino el control del territorio.

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