La ponencia que publicamos ahora se presento en el I Seminario de Pensamiento Descolonial y Estudios Castellanos que organizó Abrigaño. Resulta necesario atender a su contexto.
El Seminario y Abrigaño nacen a la vez, como resultado de años de conversaciones dispersas e inconclusas entre varios grupos de militantes en torno a la cuestión del territorio en Castilla y con la resaca de octubre de 2017, en el que cada barrio se engalanó de banderas de España como respuesta a la apuesta catalana por la autodeterminación. La propuesta del Seminario permitía desbloquear esas conversaciones: suponía un ejercicio teórico nuevo al aproximarnos a la teoría descolonial y a la vez, el estreno público de el nuevo espacio: Abrigaño.
El Seminario se organizó pensando en mayo de 2020, cuando todo se torció.
Con buen criterio se decidió desplazar el seminario unos meses para poder conseguir hacer presencial lo máximo posible y no quedarnos en el formato totalmente digital, con lo que nos pusimos en octubre. La segunda ola estallaba mientras celebrábamos el seminario, y también las medidas para su contención: la segunda semana de seminario volvieron los “cierres perimetrales” que “impedían” cambiar de municipio. Poco después llegarían los toques de queda.
La ponencia que ahora publicamos se defendió en la jornada de Valladolid, que sí pudo ser presencial gracias a la colaboración de la Federación Local de CGT Valladolid. Aun con un aforo excesivamente limitado y con un esfuerzo importante por poder emitir en directo toda la jornada, el interés despertado nos indicó que la propuesta tenía buena recepción. Todo ello a pesar de la dificultad de expresar una propuesta espinosa y de elevada complejidad teórica, que se sale de las consignas habituales del nacionalismo de izquierda y de, en general, los marcos teóricos de la izquierda europea.